jueves, 11 de octubre de 2012

Capítulo primero: De las ínfulas colonizadoras del Ministro de Educación

Ya lo explicaba el filósofo y especialista en estructuras del lenguaje, Noam Chomsky en sus «10 estrategias para la manipulación mediática». La estrategia de la distracción, cómo el la llamó, es muy útil para entretener a las masas con asuntos y distracciones insignificantes lejos de los verdaderos problemas que acontecen, lejos de los verdaderos problemas sociales.  

Partiendo de esta explicación teórica, vayamos a la práctica: véase de ejemplo al Ministro de Educación. Ha sabido desviar de manera ejemplar la atención del problema financiero, verdadero problema que concierne a la mayor parte de la sociedad, hacia el problema catalán. Aunque parezca mentira, dichas afirmaciones, que muy probablemente habrán estado meditadas a conciencia, incluyen mensajes subliminales que como se dice popularmente, matan dos pájaros de un tiro. 

La estrategia está clara. Hablamos de la españolización (Wert se piensa que ya ha llegado el carnaval y quería disfrazarse de colonizador) y así, aparte de desviar la atención del problema financiero que tenemos encima (y que hoy ha quedado demostrado con la reducción de la calificación a «bono basura» de la deuda española por parte de la agencia de rating Standard and Poor's), ha permitido culpar al pueblo catalán de tal problema. Ahora resulta que por querer lo que siempre se ha querido, por reivindicar la identidad de un pueblo resulta que somos los culpables de tal calificación. ¿Y por qué en cambio de echar balones fuera, por qué en cambio de buscar culpables no se buscan soluciones? Claro, porqué es más fácil y parece que el gobierno aún sigue pensando que está dirigiendo la granja de Pin y Pon y no un país con graves problemas financieros. 

¿Por qué no dar la cara y dejar de repetir la misma estrategia tan reiterada en la historia contemporánea? Si dicen que Cataluña es igual que el resto de comunidades autónomas, ¿por qué no se la trata como a tal? ¿Por qué se fomenta el odio hacía esta Comunidad? Si dicen que la variedad, los distintos matices dan la riqueza a una tierra, ¿por qué se apunta siempre hacía el pueblo catalán? Demasiadas preguntas sin respuesta, o al menos sin la respuesta que nos gustaría poder escuchar. 

Señor Ministro, déjese de «españolizaciones» y aparque sus ínfulas colonizadoras, que además cuestan dinero. ¡Ah! Pero si decían que no había de eso. Y céntrese en lo que de verdad importa. Desde mi modesta opinión, le sugeriría se centrase en devolver el esplendor que la universidad había tenido tiempo ha. Le recomiendo devolverle la categoría que la universidad merece, el prestigio y el valor. Déjese de subvenciones (con el dinero de todos) de caprichos partidistas y de índole personal e inviértalo en la reducción de las tasas universitarias o en becas si me apura. Si no le logra convencer esta primera propuesta le recomiendo una segunda: devuelva el esplendor a nuestra sanidad. A la sanidad que teníamos años atrás y que era un punto de referencia, por calidad y profesionalidad entre otras cosas, en muchas partes del mundo. 

¿Tan difícil es hacer las cosas como las haría un hombre diligente? ¿Tan difícil es hacer las cosas bien? ¿Por qué para estas estupideces como la subvención de la «españolización» y para la aún más inútil defensa hay dinero y luego se debe recortar en pilares básicos de una sociedad? Son preguntas, a las que sigo, desgraciadamente, sin hallar respuesta. 

Y es que volvemos a lo de siempre, todas las preguntas tienen un denominador común. La solución no es otra que los valores; educar a las personas con valores incorruptibles, con valores que incluyan barreras infranqueables en cuanto a corrupción y moral. Únicamente de este modo salvaremos todos estos obstáculos que no dejan de ser consecuencia de una mala gestión por parte de todos los gobernantes. Aunque a tal consideración gustaría de incluir lo que ya decía en su tiempo el gran Ortega y Gasset:

«Pica, a la verdad, en historia la unanimidad con que todas las clases españolas ostentan su repugnancia hacia los políticos. Diríase que los políticos son los únicos españoles que no cumplen con su deber ni gozan de las cualidades para su menester imprescindibles. Diríase que nuestra aristocracia, nuestra Universidad, nuestra industria, nuestro Ejército, nuestra ingeniería, son gremios maravillosamente bien dotados y que encuentran siempre anuladas sus virtudes y talentos por la intervención fatal de los políticos. Si esto fuera verdad, ¿cómo se explica que España, pueblo de tan perfectos electores, se obstine en no sustituir a esos perversos elegidos?»
Con ello, llegando ya al final de este primer capítulo, queremos hacer una reflexión y es que esta crisis de valores actual no sólo se halla en el hogar vecino. Sino que si queremos cambiar el mundo, si queremos ser egregia sociedad ejemplar, el cambio empieza en nosotros mismos. No esperemos al vecino, al de al lado, no lo esperemos porqué sino al final, como reza el dicho castellano: «Uno por otro la casa sigue sin barrer» y a punto de ser intervenida.

Prólogo a la presente obra

¡Bienvenidos todos a Voluntad Hipotética! 

Con el título que encabeza este post, empiezan muchos libros y la gran mayoría de los manuales de Derecho. Sin embargo, «Voluntad hipotética» pretende diferenciarse de los anteriores y no poseer un carácter doctrinal e instructivo. Tiene como única finalidad ser un blog de opinión de un joven estudiante de Derecho de Barcelona. 

Sin grandes ambiciones, espero que el blog vaya creciendo y nos permita observar la realidad con una mayor dosis de crítica y objetividad. 

Sin más dilación, permítanme, antes de acabar, les vuelva a otorgar mi más sincera y calurosa bienvenida al blog.